VIRIDIANA
1961: Drama: BLANCO Y NEGRO : 90 min.
Productora: Producciones Alatriste, Uninci, Films 59.
Productor: Gustavo Alatriste, Pere Portabella.
Director: Luis Buñuel.
Guión: Luis Buñuel, Julio Alejandro.
Fotografía: José F. Aguayo.
Música: Gustavo Pitaluga.
Decorados: Francisco Canet.
Montaje: Pedro del Rey.
Intérpretes: Silvia Pinal, Francisco Rabal, Fernando Rey,
Margarita Lozano, Victoria Zinny, José Calvo, Luis
Heredia, Teresa Rabal, Joaquín Roa, José
Manuel Martín, Lola Gaos, Sergio Mendizábal, Juan
García Tienda, María Isbert.
Rodaje: Madrid y provincia. Coproducción
hispano-mexicana.
Derechos: Video Mercury.
Sinopsis:
Un viejo hidalgo español vive retirado en su hacienda,
desde el día en que falleciera su esposa, treinta años
antes. Su monótona cotidianidad se ve rota por la
visita de su sobrina Viridiana, novicia en un convento,
que viene a despedirse del anciano antes de profesar
para siempre. El extraordinario parecido de la recién
llegada con la finada mujer del hidalgo motivará que
éste intente retenerla como sea, ciego de una pasión
enfermiza.
Comentario:
Una de las películas más importantes de la historia del
cine español, y un título especialmente destacado en
la filmografía de Luis Buñuel. Representó el regreso
de éste al cine español, después del exilio en México
provocado por la Guerra Civil, y supone uno de los
casos más significativos de represión
cinematográfica por parte de la administración
franquista, que incluso intentó destruir el negativo y
todas las copias. El historiador Román Gubern
resume así lo ocurrido: «Aprobado por la Censura, el
film se presentó en el festival de Cannes en la
jornada de clausura y recibió la Palma de Oro – por
primera vez para España – pero la virulenta crítica de
‘L’ osservatore romano’ condenando el carácter
anticristiano del film hizo que fuese cesado el director
general que la autorizó y que recogió el premio, José
Muñoz Fontán, mientras la película era prohibida en
España, se borraba toda mención pública de ella y se
represaliaba a UNINCI. Gracias a un doble negativo
depositado en París, el film pudo circular por el
mundo, pues en España no fue estrenado hasta 1977
y hasta 1982 el Tribunal Supremo no reconoció su
nacionalidad española» («Huellas de luz», Ed.
Diorama, 1996).
Uno de los doce pobres que aparecen en la película
era un auténtico mendigo, al que llamaban «el
leproso», por el que Buñuel se enfrentó a los
productores al enterarse que le pagaban tres veces
menos que a los otros. El director protestó
energicamente de esta injusticia, especialmente
cuando los productores le intentaron calmar diciendo
que al final del rodaje organizarían una colecta para
dársela al mendigo. Pero Buñuel consiguió que al
final cobrara como el resto de los actores.
Precisamente el vestuario de estos pobres es
auténtico y se consiguió después de recorrer los
suburbios y de cambiar por ropa nueva la que
llevaban los vagabundos que encontraron. La ropa fue
desinfectada pero no lavada para que los actores
sintieran la miseria.
Buñuel vuelve a trabajar con Paco Rabal a quien había
dirigido anteriormente en «Nazarín», y comienza su
colaboración con Fernando Rey -que después sería
su actor preferido-, que encarna al viejo hidalgo
obsesionado con el recuerdo de su esposa muerta, y
con Silvia Pinal, quien da vida a Viridiana, en una de
sus mejores interpretaciones.
Cita:
«‘Viridiana’ es la visión definitiva del mundo que nos da
Buñuel (a riesgo, claro está, de que vuelva a darnos
otra visión definitiva, costumbre que comparte con
Chaplin) y por eso hallamos en ella resumida toda su
obra anterior. Así, la España que nos presenta es,
además de la muy concreta y desgraciada España
franquista, una España medieval, pero además es la
moral católica, con sus ideas de represión de los
instintos, de purificación mediante el dolor, negación
de lo terrenal y pecado primigenio. Viridiana, la novicia
interpretada por Silvia Pinal, y don Jaime, el viejo
hidalgo interpretado por Fernando Rey, son en este
sentido verdaderos prototipos: los dos representan
inevitablemente la aspiración metafísica a liberarse
de la carne y a encontrar en la religión o en el ‘amor
ideal’ un escape a la gravidez del mundo» (José de la
Colina en «Nuevo Cine» nº 4-5, 1961).
«A propósito de ‘Viridiana’ se ha hablado mucho,
justamente, de Quevedo, de la novela picaresca, de
Galdós y de Goya. Estas son, efectivamente, las
principales fuentes en que bebe y el alimento con que
se nutre el genio cinematográfico de Buñuel, un
cineasta de milagrosa intuición, de inquietudes
insólitas en el mundo del cine, que ha rematado su
obra, por ahora, con un film extraño y áspero, nuevo y
distinto, dotado de valores raros y preciosos que,
como hemos dicho al principio, sobrepasan el campo
reducido de lo estrictamente cinematográfico»
(Francisco Pina en «Nuevo Cine» nº 4-5, 1961).
«Como todas las grandes obras de arte, ‘Viridiana’ es
una película ambigua. Buñuel da en ella libre cauce a
sus obsesiones para demostrarnos la inutilidad de
las virtudes teologales al intentar aplicarlas para
solucionar problemas vitales; pero en Viridiana junto
con la fe, la esperanza y la caridad mueren las
posibilidades de pasión, de entrega absoluta, de
heroísmo, para ser sustituidas sin ventaja por el
insípido progreso, la inseguridad y el falso amor
burgués. La verdadera tragedia de Viridiana consiste
en que termina la película virgen todavía, no llega a
alcanzar el martirio y, en cambio, sabemos que la
desilusión la va a llevar a entregar su virginidad a
quien no la merece» (Juan García Ponce en «Anuario
1962 de la Dirección General de Difusión Cultural de
la Sección de Actividades Cinematográficas de la
UNAM», 1962).
«Dentro de la producción de Buñuel, tan irregular, tan
arbitraria exteriormente, tan coherente desde el punto
de vista poético, ‘Viridiana’ ocupa un lugar clave. En
ella madura un artista obsesionado, un visionario casi
loco, de la misma estirpe de Blake, del marqués de
Sade, de Rimbaud, de Lautréaumont, con quienes
comparte similares vislumbres del Cielo y del Infierno»
(Emilio Rodríguez en «Tiempo de Cine» nº 14, 1963).
Premios:
1961; Festival de Cine de Cannes, Palma de Oro, Mejor
Película, Luis Buñuel